18.2.06

Viaje al centro del infierno

Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo. Nací bajo la hermosa sombra de un sol imponente que quemaba debilmente en el desierto más árido del mudo. Mi madre me tuvo en sus brazos que se los habían cortado hace 3 días, justo después de la XV guerra mundial. Mi padre era ciego, no me pudo ver nunca, pero a pesar de eso, me decía que era la criatura más hermosa que había visto en el planeta.... y hasta hoy, le creo.
Aprendí a volar cuando recien era un anciano. Y desde ese siglo que cada día recorro un nuevo continente, un nuevo cielo, una nueva luz, un nuevo aire.
Según decía Albert Enstein Perez :" el cielo más limpio no es el que se barre todos los días, si no que el que no se ensucia".... y creo que de razón, tiene mucha, pues no ensucié ni una partícula de polvo, y el cielo estaba tal cual, café, con ese hermoso toque de negro y ese olor a polvo, humedad y aceitunas....Mis vuelos han sido variados, tanto, que hasta puedo enumerar perfectamente a los lugares que he ido.
Pero hace poco, empecé a caer a tierra vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto. Caí justamente, dentro de la tumba, y los imanes poco a poco me hundían en la tierra, junto con todos los insectos que me acompañaban en mi oscuro andar, en mi solitario andar.
Pero con mi fuerza, pude retener a algunos y salir a flote, en medio del océano...encima de una balsa que se hundía de a poco...
Parece que el diablo me quiere con él, pues ya no me puedo resistir y me empiezo a hundir, y poco a poco veo una luz, iluminosamente iluminada... y bajo la tierra veo a Dios, que me quiere para el mal. Y bajo la tierra veo a San Pedro, que me quiere para tentar, y bajo la tierra veo a Dios, descansando, tomándose la última copita de vino tinto que le quedaba en la reserva...y yo, tímidamente, sin saber que hacer, sin poder moverme por la impresión de estar en el mismisimo infierno a la espera de Dios, les digo: Porqué no te rajai con una copita de vino tinto, flaco?